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Sep 27 Manuel Carrasco canta a la campana María y a Pamplona (REVISTA)

Escrito por Esther_madrid, Madrid, sábado, 27 de septiembre de 2025, 14:29 (4 dias hace...)

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Dos años después de su anterior visita al Navarra Arena Manuel Carrasco congregó este viernes a unas 7.000 personas en Pamplona. Comenzó como en la ocasión anterior con unas proyecciones realmente espectaculares con una mezcla de elementos simbólicos de plantas que crecen en un desierto donde llueve... y antes su amigo olímpico había lanzado una flecha…


Pero el desfile de imágenes se convirtió en una auténtica locura donde símbolos desde bailaoras hasta un caballo salvaje, el fuego vertical de hasta media docena de cañones 'auténticos' y otros tantos digitales, se dibujaban en la superpantalla de proyección que cubría toda la parte trasera del escenario, con un gran patrón de forma circular. Era el momento del primer tema, 'El grito del niño'.


Aprovechó un momento para saludar a Pamplona pero fue como un pequeño lapso porque todo continuó con una efervescencia y una contundencia digna de elogio, con los temas 'Pueblo salvaje' y 'Hay que vivir el momento' que se convirtieron en un gran canto a la vida.


Manuel desprendía energía a raudales, actitud y esa sonrisa embaucadora que atesora. La parte visual era espectacular en combinaciones de esquemas de iluminación en perfecta sintonía/sinfonía con las imágenes y hasta ese momento muy por encima del sonido del concierto, que dejaba un poco que desear porque le faltaba detalle en algunas frecuencias -muy saturado en frecuencias medias y más desdibujado en frecuencias graves y agudas-. Eso no dependía de Manuel, que sin duda había salido a darlo todo desde el primer momento como demostró en el remate final de 'Corazón y flecha'.


Antes de comenzar con el tema 'Siendo uno mismo' saludó a la concurrencia hablando de lo bien que se sentía cada vez que venía aquí y que Pamplona se había convertido en una cita obligada. “De aquí siempre me llevó un montón de cosas bonitas que me llenan el corazón para el resto del año”. Fue cuando cantó la primera balada mientras las combinaciones de luces dibujaban paisajes completamente caprichosos en tonos azules amarillos y verdes, hileras verticales fantásticas que parecían árboles meciéndose al viento. Era el momento de 'Los sueños perdidos', otro tema totalmente vitamínico que ensalza el gozo de la vida. En las pantallas de vídeo laterales verticales la imagen de Manuel cantando se mezclaba con campos de trigo verde y amapolas rojas. Ciertamente el concierto brillaba de forma sobresaliente en su concepto visual.

El siguiente tema fue servido en un formato más acústico que eléctrico: 'Uno x uno', una rumbita con chispa. La imagen de una exuberante masa de árboles verdes de gran altura se veía encima del grupo, que hacía semicírculo en el escenario, sentados sobre banquetas altas.

Estaban La Pucci haciendo los coros y las segundas voces, Roberto Sánchez Lavella en la guitarra, Cristian Rodrigo Concha en las percusiones, François Le Goffic en la guitarra y José Alberto Curioni en el bajo. Además les apoyaban David Carrasco Soriano en los teclados y diferentes instrumentos además de la dirección musical y Javier Lozano Sánchez en el teclado.


Toda una hermosura sonora para que 'Salitre' sonara con una hondura especial. Pero es que el siguiente 'No dejes de soñar' fue un rizar el rizo, con explosión multicolor y lanzamiento de nubes de confeti a gran altura. El público en su totalidad remató el tema en un gran coro con unos músicos que se habían quedado en silencio para que quedará así de bonito. Aquello seguía siendo un cúmulo de sorpresas: para el siguiente tema salió al escenario un coro góspel con Manuel y lanzaron hacia el infinito 'Que nadie' apoyados por el saxo del hermano de Manuel.

Pitingo ya había inventado la soulería pero aquí Manuel estaba sirviendo la rumba gospel que subió y subió en pura intensidad como una auténtica celebración en la mejor iglesia presbiteriana de Harlem, desde sus enormes corazones dando espíritu a sus voces rotundas y con sus túnicas negras. El coro gospel hizo cantar a todo el público tomando el protagonismo de forma ejemplar y dejando Manuel que se regodearán hasta el infinito y más allá. Fue un momento tremendo en emociones. Más vale que luego Manuel bajó el pistón cantando a guitarra y voz. Fue en su manera muy “estilo Carrasco”, en ese resumen de estilo del sur que él sabe transmitir de una manera tan especial, esa forma de explotar su voz que tiene un poco de ronquera y que rasca pero que te emociona hasta el tuétano.


Momento mágico el de 'Yo te vi pasar'. La luz lucia espectacular y sobre todo elegante. Todo el semicírculo amarillo, el foco cenital, los recortes naranjas el recorte lateral... los cruzados de abajo. Un entramado luminoso de cuento que le acompañó de nuevo a guitarra y voz para soltar unos fandangos sobre Pamplona, 'Soy afortunado' y todas las cositas de nuestra ciudad que terminaron en una auténtica oda a los San fermines. Fue cuando se acordó de la campana María pero también de los garroticos de Beatriz, del chocolate con churros, la Ciudadela, los txistularis y los gaiteros o el encierro. Grande Manuel, que supo emocionar sobremanera.


La locura total estaba servida y Manuel nos lanzaba a rumba o a tumba abierta, como prefieran. Hay que reconocer que tiene con el paso de los años un estilo muy mainstream pleno de influencias musicales. En ese empeño fueron sucediéndose 'Tambores de guerra', 'Amor planetario', 'Yo quiero vivir' y 'Hasta por la mañana'. Pura explosión de energía y de música e imagen cuidada hasta el último detalle. sacó al escenario a Iker, un chavalote con síndrome de Down que lanzó un grito de guerra en favor de Pamplona. Y en otro giro de guión y de todos sus registros artisticos se lanzó a un momentazo solo en el escenario a piano y voz. 'Me dijeron de pequeño' fue la primera, una historia de su propia vida. Con el público cantó a dúo 'Y ahora' y 'Mujer de las mil batallas'. Emoción contenida y casi hasta desmayo.


Con el enésimo giro de guión llegó otro disparo de luz y color con rumba para desplegar el sentimiento de 'Eres'. Nuevo giro estilístico pero que mantenía la “esencia Carrasco” para acercarse al sonido latino con Prohibida en la que se hizo un bailazo con La Pucci. ¿Qué hace mal este chico? Y nuevo quiebro para acercarse a la rumba cubana con La reina del baile.


Era el prólogo de un final “anunciado” con su súper hit 'Qué bonito es querer', auténtico himno del sonido y el sentimiento Carrasco. Un auténtico derroche de energía dibujado de nuevo por el color, las serpentinas y esa sensación del bienestar de lo bonito que es querer.


El concierto se acercaba al final en el enésimo giro y en clave rockera con 'Tan solo tú'. Pura, pura, pura, energía. Llegaba el momento del final y salió portando una gran bandera que simbolizaba el cambio en un mundo que está tan mal. Un desde dentro, aportando el mejor sentimiento, hacia afuera, con 'Tengo el poder'. Se doctoró en el Arena en derroche de energía, actitud y capacidad estilística. Y agradecido al final presentando a sus músicos y dando por enésima vez las gracias al público. Que ser agradecido es ser bien nacido.

FUENTE Y ENLACE A LA NOTICIA: DIARIO DE NAVARRA

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